RESEÑA
FRANCISCO HERNÁNDEZ ASTETE: LA MUJER EN EL TAHUANTINSUYO; Ed. PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ, LIMA, 2002.
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El autor aborda el estudio de la mujer en el Tawantinsuyo a través del análisis de las fuentes coloniales, particularmente de aquellas que presentan una visión cuzqueña del pasado prehispánico, y con el propósito de estudiar el papel que desempeñaron las mujeres en la organización social, política y religiosa del país de los incas. Su entrada en el tema es una revisión de la organización socioeconómica, la religión y el poder entre los incas. De ahí se acerca al tema de la participación femenina dentro de la organización de la elite incaica. Puntos básicos de su discurso son: la presencia de la mujer en la religión incaica, la que está marcada por la existencia de diosas que tienen funciones importantes en el universo simbólico; su participación en la organización socioeconómica del Tawantinsuyo, en la que destaca su papel protagónico en los rituales que hacen posible el funcionamiento de la reciprocidad y la redistribución; y su presencia en la estructura del poder en el Tawantinsuyo, en la que destaca la figura del la Coya, que, dada la organización dual de la sociedad de los incas, ostenta una posición privilegiada en la elite incaica. Es así que el libro tiene tres partes.
En la primera expone detenida y sistemáticamente la cosmovisión andina y la religión justificándolas como el fundamento de las instituciones incaicas que, todas, de algún modo estaban validadas por las estructuras religiosas. es así que desde el universo simbólico analiza la probable presencia de instituciones femeninas dentro del mundo sagrado.
En la segunda parte se analiza el rol de la mujer en el contexto socioeconómico del Tawantinsuyo dado que es dentro de la organización de la sociedad incaica y en el desarrollo de la economía del Tawantinsuyo que encontramos una de las maneras en que la mujer participa de los mecanismos generadores de prestigio entre los incas.
En la última parte el autor centra su atención en la participación política de la mujer en el Estado Inca, analizando básicamente el rol de las mujeres de la etnia cuzqueña además del de la Coya y su relación con el Inca.
Para validar su discurso, el autor se limita virtualmente a los cronistas cuzqueñas ya que limita explícitamente su estudio a la mujer dentro del marco de los incas del Tawantinsuyo, sin pretensiones de incluir la cosmovisión aymara con sus sobre vivencias tiwanacoidas y el papel de la mujer aymara del Collasuyo, menos su papel contemporáneo. Por esta razón utilizó como base los textos de Pedro Cieza de León, Cristóbal de Molina, Pedro Sarmiento de Gamboa y Juan Diez de Betanzos, por cuanto estos cronistas presentan información proveniente básicamente de la etnia incaica; la contrasta con otras crónicas y documentos administrativos no incaicos.
Los resultados de su investigación son más que relevantes para la comprensión de la organización incaica que causó la plena admiración de los primeros españoles, que todavía no sentían la necesidad de colaborar con la construcción de la leyenda negra sobre la “tiranía incaica” que el Virrey Toledo y su equipo supieron conducir. El autor explica a través de este discurso las raíces mitológicas de la estrecha relación entre las diosas andinas, la agricultura y la producción de alimentos, tema que ha sido trabajado por María Rostworowski desde 1993. Paralelamente la mujer aparece en la tradición oral relacionada con una función similar a la que se le atribuye a las diosas: la transformación de los productos agrícolas en alimentos u objetos rituales.
Otro tema de gran relevancia es el de las notables alusiones a la pareja, tanto en el comportamiento de los dioses como en el ciclo mítico incaico. Allí es donde se percibe la perfecta complementariedad entre lo masculino y lo femenino dentro del mundo sagrado incaico. Si bien las diosas y las mujeres aparecen vinculadas a la producción y preparación de los alimentos, ellas no se encuentran de ninguna manera en una posición de inferioridad al hombre. En ellas se origina y se alimenta la vida, la que es el valor supremos en el pensamiento mitológico, la sociedad y la economía pan-andina en que está fundada la filosofía del incario y la ideología de la organización del poder. Ellas participan de diversas formas en el ritual y su vinculación con la preparación de los alimentos es un ejemplo de su participación fundamental en el ritual en cuyo marco la relación de las diosas con los productos agrícolas de las mujeres con la siembra y la preparación de alimentos se entiende como una validación simbólica de las tareas que en el mundo incaico se relacionan con la figura femenina. En pocos estudios contemporáneos se llega a distinguir lo prestigioso del rol de la mujer como fuente y criadora de la vida, precisamente en su trabajo en la chacra y en la cocina, En muchos estudios, y de los más prestigiosos como los de Ina Rösing “Mundo Ankari”, los autores parecen dejarse llevar en su criterio por una ideología feminista moderna y por el bajo estima que en nuestra actual cultura occidental tiene la mujer en su papel de cocinera.
Por: Juan van Kessel.
IECTA - Iquique.